Paul Simon, el ritmo del calor

 

Por Pedro Calvo


Con sus dos últimos discos, “Graceland” y “The Rhythm Of The Saint”, Paul Simon se ha aproximado a zonas muy calidas de la música del mundo. Y esta inmersión en el ritmo del calor fue servida a la brasa en la colosal sauna madrileña del infernal Palacio de los Deportes. Cambiar el escenario al aire libre del coso de Las Ventas por el espeluznante horno del velódromo fue una nefasta jugarreta.
Por lo demás, el veterano Paul Simon ofreció un concierto a la altura de su estrella artística. En un repertorio de veinticuatro canciones, el tierno cantautor norteamericano resumió las variadas facetas personales y étnicas de su larga carrera. El picante dulzor sudafricana de “Diamantes en los agujeros de los zapatos” se mezclo con el brasileño fragor tropical de “El ritmo de los santos”, la vieja dama “Cecilia”, el abuelo pujil “The Boxer” y los añejos “Sonidos del Silencio”. El “Puente sobre aguas turbulentas”, totémica himno de los amores gregorianos, fue remozado con un impecable arreglo jazzístico.
La banda de Simon alberga un mestizo elenco de soberbios instrumentistas: aristócratas del todoterreno norteamericano como Michael Brecker, Steve Gadd o Richard Tee; sensacionales percusionistas cariocas, como Araujo, Moreira y Chacal; cameruneses como el bajista Sabal´Leco, esa delicia de la guitarra y el baile de Sudáfrica, ese lujo del señor Ray Phiri. Un espectáculo sobrio y una música accesible y de calidad. Aunque últimamente se escuchan opiniones que le buscan las vueltas a Paul Simon, la brillante realidad de sus conciertos manda por encima de todo. La sencilla belleza de sus canciones es tan incontestable como el trabajo de explorar en la vitalidad de las culturas musicales con piel morena.


18 de Julio de 1991
Diario 16
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