Triunfo apoteósico de
Paul Simon en Berlín ante
más de 20.000 personas

 

Por Miquel Jurado


Cuando, tras mas de dos horas y media de música, todos los participantes en el Graceland Tour se reunieron para interpretar un combativo “Dios bendiga a África”, el himno del congreso Nacional Africano, el Waldbühne enmudeció emocionado, se alzaron puños y se encendieron miles de bengalas. Fue la rubrica emotiva de un extraordinario recital. Simon no quiso que el publico regresase a sus casas con “The Sound of Silence” en la boca, sino con la idea de salvar al continente africano de las continuas vejaciones que sigue sufriendo. En realidad, prácticamente toda la actuación se encamino a desarrollar esa idea.
El recital había comenzado a las 19.45 con la aparición tímida de Paul Simon, tejanos, camiseta blanca con motivos playeros y guitarra negra, y la irrupción espectacular de Ladysmith Black Mambazo. A partir de ahí las canciones del disco Graceland se alternaron con las interpretaciones mas jazzísticas y de marcado contenido social y político (Nelson Mandela o Stimela) de Hugh Masakela y el espectacular canto y baile de los Ladysmith Black Mambazo.
Simon prácticamente no hable, solo presenta a sus músicos, pero hizo una excepción para deshacerse en elogios sobre Miriam Makeba, y Mamá África, 22 años después de “Pata Pata” demostró que las merecía llenando el escenario con la fuerza descomunal de su voz y su presencia. Tres temas precedieron al esperado “Under African Skies” en el que Simon y Makeba, una voz mas apropiada que la de Linda Rondstad que aparece en la grabación original, consiguieron que Waldbühne se iluminase con miles de bengalas. El punto culminante del recital se alcanzo hacia la mitad del mismo cuando, tras una rítmica “Graceland”, sonaron los primeros compases de “You Can Call Me Al”. Aquello fue la locura, 20.000 personas bailando y cantando hasta el punto de que Simon repitió entero el tema ante el entusiasmo general. El cantante no quiso mantener el crescendo que había creado y, muy conscientemente, rompió el ritmo de la actuación dejandolo en manos de un Masakela eminentemente bluesy; así son las cosas, Simon quiere que sea la visión global del Graceland Tour la que triunfe y no su propia persona.
A las dos horas de recital, el tiempo había pasado con una rapidez asombrosa, Simon sorprendió con el único tema antiguo incluido en el espectáculo: “Mother and Child Reunion”, y las palabras de la vieja canción, escrita en 1970, cobraron una actualidad sorprendente en el contexto africano en el que fueron dichas; “No, no quiero dar falsas esperanzas / en este extraño y triste día / pero la reunion de madre e hijo / solo depende de un gesto”.
Un impresionante solo de percusión cerro el concierto, pero el publico no estaba dispuesto a marcharse y el clamor atronaba en los oídos con mas fuerza que el despliegue de watios de los altavoces. Masakela abrió los bises, pero el publico reclamaba a Simon y cuando este inicio una curiosa versión de “The Boxer”, Waldbühne en peso se rindió ante la enorme presencia escénica de ese judío tímido y bajito que parece estar pidiendo perdón a cada momento por los éxitos conseguidos. Siguió un impresionante “The Sound of Silence”, las primeras notas de guitarra consiguieron un silencio catedralicio y a continuación todos, absolutamente todos, los presentes cantaron la canción en inglés de principio a fin. Un cuarto bis, un rítmico y potente “Late in the Evening”, precedió al “Dios bendiga a África” que cerraría un recital extraordinario musicalmente y emotivamente comunicativo en el que Paul Simon, solo él puede permitirse estas cosas, no presento ni una sola canción nueva despues de tres años.


Explosión Panafricana
Paul Simon ha conseguido que su Graceland sea una explosión panafricana. Ritmos, armonías y bailes milenarios se dan la mano con el rock and roll, el blues, y el folk, de forma natural, y el publico se encuentra, sin darse cuenta coreando en zulú el estribillo de “Homeless”. Graceland reúne a 26 músicos y solo dos de ellos son blancos norteamericanos: Simon y su hijo Harper, que sin figurar en el programa ni ser presentado por su padre, actúo como guitarrista en algunos temas. El resto son músicos de diversas regiones africanas, especialmente exiliados sudafricano en lucha permanente con el apartheid. Ademas de Miriam Makeba, Hugh Masakela y los Ladysmith Black Mambazo es necesario mencionar al guitarrista Ray Phiri, arreglista de algunos temas, y al demoledor bajista Bakithi Kumalo. La música con raíces se esta apoderando, para bien, del rock business.
La misma noche en que Simon llenaba de africanidad el Waldbühne, en Berlín coincidían otros tres espectáculos con raíces étnicas, con lo que demuestra el creciente interés del publico europeo. Así, el paquistaní Nusrat Fateh Ali Khan concluía tres días apoteósicos en la Kongresshalle; el egipcio Mohamed Mounir, estrella indiscutible del rai, actuaba en la UFA-Fadbrick, y el grupo alemán Embryo, pionero del ethno-beat, se presentaba en la Zeltbühne Schulz con los percusionistas Youruba Dun-Dun; nigeriano, y El Houssaine Kili, marroquí. Todo sin contar la docena de locales con música latina en vivo y los diversos interpretes africanos que cada noche bajo los impresionantes restos de la catedral en memoria del Kaisel Wilhelm. Sin comentarios





1 de Julio de 1989
El País

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