El Doo-wop cuenta una
historia de los años 50


Por Jim Dwyer

 

"Si te digo la verdad, no sé quién es Paul Simon", dice Benji Rosario, de 16 años. Quiere ser un gran músico, Benji Rosario. A primera vista, como siempre equivocada, parece un chaval más que arrastra agujas de tocadiscos sobre discos de vinilo para crear el ritmo de fondo de canciones rap.
Esta mañana, él y su grupo, Lost Boyz, harán una audición para el nuevo musical de Simon en Broadway, "The Capeman".
No es ninguna sorpresa que Simon esté escribiendo música que sonará a, bueno, música. Pero prepárate: Los cantantes adolescentes intentan superarse unos a otros con dulces armonías. No sólo están audicionando los Lost Boyz, sino también otros 250 grupos, todos ellos de edades comprendidas entre los 14 y los 20 años.
¿Qué números están ensayando los Lost Boyz para la audición? "Vamos a hacer 'Earth Angel' e 'In the Still of the Night'", dice Rosario.
Él y los otros Boyz dejaron fluir: "In the still of the night held you, held you tight".
Mientras armonizan en el despacho de un profesor, las cuatro voces a capella de Lost Boyz se funden en una canción que se extiende por el pasillo y rebota en las paredes de azulejos, suavemente como una bola blanca contra las paredes de fieltro de una mesa de billar.
Otros chicos se arremolinan para seguir el sonido hasta su origen. La armonía vive.

Simon reparte 10.000 dólares en premios entre los mejores cantantes que se presenten en el Nederlander Theater. Su objetivo no es otro que encontrar a los mejores cantantes a capella de la ciudad para que participen en su musical.

"Hay un gran resurgimiento de la forma callejera -Boyz II Men ayudó-", dice Vicki Sanacore, profesora de teatro en Hostos-Lincoln Academy, un instituto alternativo del sur del Bronx. "Eso, además de que muchos de los chicos tienen una visión muy romantizada de los años 50".
En la radio, KISS-FM se ha convertido en una salida para el soul suave y R & B, un buen tónico para los baby boomers que abandonaron la música popular cuando se convirtió en un estridente chillido sobre  violación, asesinato y la alienación. Internet, sea lo que sea, está repleto de noticias sobre cantantes de doo-wop. Ahora parece que a la estampida hacia la armonía y la melodía se unen los adolescentes, los perpetuos protagonistas de la música pop.
"A todo el mundo por aquí, le encanta escuchar doo-wop", dice Isaac Cruz, estudiante de último año en Hostos-Lincoln, y la voz grave en Lost Boyz. "Si estamos en la sala cantando 'Still of the Night' o una canción de Boyz II Men, entran y dicen: "¿Quienes son?".
Si consiguen entrar en el musical -una posibilidad remota, como casi todo en las artes escénicas-, los Lost Boyz se encontrarán en medio de una historia de asesinatos que en su día conmocionó Nueva York.

"En un momento dado, en 1988, se me ocurrió hacer un musical sobre el Capeman", dice Simon. "Fue una idea que no estuvo ahí al instante, y estuvo ahí al siguiente".

El Capeman era Salvador Agron: con 16 años, la persona más joven enviada al corredor de la muerte de Nueva York. Una noche de agosto de 1959, Agron y un amigo acuchillaron a otros dos chicos en un parque infantil de Hells Kitchen. Utilizó un puñal plateado y llevaba una capa negra forrada de rojo. Puede que los años 50 no fueran tan inocentes como la gente los recuerda hoy. Pero dos asesinatos cometidos por adolescentes en una misma noche -que hoy probablemente se minimicen en unos pocos párrafos- acapararon la atención de los siete periódicos de Nueva York durante semanas en 1959. Se formaron comisiones. Personas prominentes se pronunciaron sobre la delincuencia juvenil. El hecho de que Agron fuera puertorriqueño, quizá miembro de una banda puertorriqueña llamada los Vampiros, elevó aún más el tono.
Nelson Rockefeller conmutó la pena de muerte de Agron. Se convirtió en poeta en prisión. Salió en libertad condicional en 1979 y murió de una enfermedad crónica en 1986, a los 42 años.

"Lo único que recordaba era que había ocurrido el asesinato del Capeman", dice Simon, que entonces tenía 17 años y estudiaba en el instituto Forest Hills, donde armonizaba con su amigo Art Garfunkel.
Simon investigó la historia del Capeman. Entrevistó a la familia y amigos de Agron, remontándose hasta Puerto Rico, donde el padre de Agron había sido pastor pentecostal. Colabora en la historia con Derek Walcott, poeta galardonado con el Premio Nobel.
"Una vez que fui capaz de reconstruir su historia, la música se hizo más evidente", dice Simon. "Habrá música doo-wop, y plenas y bombas de Puerto Rico. La historia del espectáculo está acabada, pero la música no".

"Sé que la función trata sobre el Capeman, un chico puertorriqueño en una banda puertorriqueña", dice Isaac Cruz. "Todos somos puertorriqueños en los Lost Boyz". Los otros dos miembros del grupo son Enrique Carmona, el contralto que fundó el grupo, y Manny Sánchez.
"No sólo conocen el doo-wop, también están muy influenciados por los sonidos de la salsa", dice Vicki Sanacore. "Si no ganan, los mato".

"He escuchado la música de 'Graceland' de Paul Simon", dice Carmona. "Con los ritmos africanos. Y también el 'Rhythm of the Saints"".
"¿Paul Simon? he oído un par de canciones suyas", dice Isaac Cruz. "Esa del vídeo -'If you be my bodyguard, call me Al'- en la que sale Chevy Chase. Esa es la que conozco. Me encantan Boyz II Men y los Carpenters".

Simon se queja ligeramente. "La idea que tiene la gente de los 50 es 'Happy Days' y 'Grease'", dice. "No conocen el misterio de lo que producía la calle".

 



31 Mayo de 1995
Newsday
Traducción:
The Sound of Simon
 
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