Paul Simon

por Juan Vicente BOO

 

Hace años que su inquietud echó el candado a su aventura juvenil con Art Garfunkel -muy fructifera, a tenor de las decenas de millones de discos vendidos en todo el mundo- y abrió una nueva vía en su carrera artística. Cambió aquellas hermosas canciones, emblema de una generación, para abanderar a su manera, el mestizaje musical de fin de siglo. Los discos "Graceland" y "El ritmo de los santos" fueron alumbrados bajo sones sudafricanos y brasileños. Ahora se ha decidido a abrazar el universo hispano con "Songs from the capeman", su primer albúm en seis años, que adémas, se ha atrevido ha plasmar sobre los escenarios de Broadway. Rubén Blades, Derek Walcott y Ednita Nazario son algunos de los que han participado en el último periplo de este artista de planta austera, aunque con el alma siempre pintada de mil colores.


Aguas turbulentas, pero esta vez sin puente. Paul Simon bracea en medio de una vorágine como ninguna otra en su vida: el estreno en Broadway de su primer musical, "The capeman", cuyas canciones, "Songs from the capeman" acaban de salir a la calle. En su primer álbum desde hace seis años, Simon abraza el mundo hispano de Nueva York -cálido, bullicioso y violento-, de la mano de un suceso trágico de 1959, que parece sacado de "West Side Story".
Una noche de agosto, Salvador Agron, un portorriqueño de quince años y miembro de la banda de los Vampiros, apuñalaba en uno de los patios alambrados del West Side a dos muchachos gringos pensando que eran de los Nórdicos y que estaban buscando pelea. A esas alturas del verano, los navajazos entre bandas juveniles sumaban ya veinte cadáveres, y Nueva York se quedó sin habla ante el aplomo de un asesino con cara de niño: "No me importa si me fríen en la silla electrica. Por mí, que hasta mi madre lo vea", dijo.
Paul Simon, que entonces era miembro de otra banda juvenil en el barrio de Queens, lo recuerda como si fuera hoy: "La Prensa le bautizó The Capeman, porque llevaba una capa negra para dejar claro que era de los Vampiros. Pero el lado humano de la historia es que el gobernador Nelson Rockefeller le indultó la pena de muerte y, durante sus años de carcel, Agron se convirtió en poeta, terminó el bachillerato y logro un título universatario antes de salir en libertad. Es una historia de redención, de rehumanización, despues de haber presumido, ante las cámaras y los jueces, de un doble asesinato inútil".

Grandes pasiones.
Paul Simon piensa cada una de sus palabras, y sólo se quita la gorra de béisbol cuando por fin se siente a gusto hablando de su gran pasión, la música. "El álbum empieza con "Adiós hermanos" y sigue con "Born in Puerto Rico", la primera canción que compuse a medias con Derek Walcott, el poeta caribeño de Santa Lucía que ganó el Nobel de Literatura en 1992. "Vampires" es un guajira, "Sunday afternoon" es un bolero, en "Killer wants to go to college" están los "blues" de Jimmy Reed, mientras que "Virgil" es del tipo Johnny Cash. La última, "Trailways bus" es una canción de viaje, al estilo de las del álbum "Graceland".

- Pero esta vez se añade un musical de Broadway...
- Es mi primera vez, y es verdaderamente distinto. Para empezar, hay tres veces más canciones que en un álbum. Dura dos horas y media, y tiene una forma narrativa, con unos personajes y una historia que tiene que ser clara y llegar al corazon del público. Yo la cuento en torno a los diferentes ritmos: salsa, caribe, gospel, rock, bolero, mambos, guajiras, bombas y el "doo-wop" que dominaba Nueva York en los años cincuenta. Quizá lo más diferente y lo más dificil es que por primera vez trabajo con otros creadores de fuerte personalidad: Derek Walcott para las letras y Mark Morris para la dirección y la coreografía.

En el escenario.
- A unos días del estreno en el Marquis Theater, ¿es éste el período mas difícil?
- No. El peor momento fue en enero, cuando todo parecía ir mal. El producto estaba hecho un desastre y, además, no tenía experincia teatral. Pero lo superamos, y ahora me encanta ver que todo encaja bien y que la pieza, por fin, fluye y funciona.

- El álbum es una delicia, pero en el musical usted no cantará, sino los actores. ¿Le preocupan las comparaciones?
- En absoluto. El musical resultará fabuloso, porque tanto Rubén Blades que interpreta a Salvador Agron maduro, como Mark Anthony, que lo encarna de joven, y Ednita Nazario, que asume el papel de la madre, han triunfado por méritos propios como cantantes. No se trata de actores a los que hay que enseñar a cantar, sino de profesionales de la música. Además, he reunido una banda muy similar a la del álbum, por lo que todo va a quedar sensacional.

- ¿Y qué vendra despues, otro musical?
- ¡Oh, no! Seis años de trabajo en éste es bastante. La verdad es que no tengo ni idea de lo que voy a hacer excepto pararme y descansar.

Otra visión.
- ¿Cómo ha cambiado, con esta zambullida en la cultura hispana de Nueva York, su visión por España?
- A mí me apasiona España y su cultura, pero lo español y lo caribeño son muy diferentes. La cultura española esta mezclada con la del norte de África, de donde toma la belleza visual de influencia árabe, mientras que el Caribe hispano -y sus transplantes cubano, dominicano y portorriqueño en Nueva York- añaden el elemento rítmico de las culturas subsaharianas en una mezcla maravillosa. He recorrido su país varias veces y puedo decir que la diferencia con lo hispano de América es cuestión de ritmo.

- Durante estos seis años, usted ha visitado a casi todos los protagonistas de aquella tragedia, excepto a Salvador Agron, que ya había fallecido. ¿Quién le impresionó más?
- Es difícil decirlo. Me impresionó mucho su madre, Esmeralda, y también el capellan del penal de Sing-Sing, un tipo muy humano que ayudó muchísimo al gran cambio de Salvador. Me impresiono Luis Hernández, otro miembro de los Vampiros que le acompañaba la noche de los asesinatos y que también fue condenado a la silla eléctrica, pero logró la libertad por buena conducta al cabo de nueve años. Vive en el Bronx, tiene ocho hijos y es un ciudadano ejemplar: se trata de otro ejemplo de redención. Aprendí también del juez Edwin Torres, que por aquel entonces era un jovencísimo ayudante del fiscal de Nueva York. Salvador fue su primer asesinato de la vida real, y recuerda la hostilidad contra los portorriqueños que se extendía por toda la ciudad.


El camino del éxito.

El álbum y el musical de Paul Simon van camino del éxito rotundo. El músico neoyorquino ha vendido ya decenas de millones de discos y cuenta con admiradores en todo el mundo. Los ritmos sudafricanos de "Graceland"vendieron once millones de copías, y de "El ritmo de los santos" siguen gustando desde 1991. Pero Simon no quiere ser tan sólo el cantante dueño de doce premios Grammy o que abarrota Central Park. Su cita con el corazón de Broadway. Su nombre en las marquesinas compite con los abigarrados letreros luminosos de Time Square, donde se empieza a notar ese ajetreo que anuncia la proximidad del fin de año.



 

30 de Noviembre de 1997
Suplemento Blanco y Negro de ABC



 

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