"Esto empezó siendo mi álbum y luego, después del concierto de Central Park [1981], se convirtió en un álbum de Simon & Garfunkel. Pero Artie y yo pensabamos de manera diferente en ese momento acerca de las armonías. Así que volvió a ser mi disco. La gente estaba esperando un álbum de Simon & Garfunkel, así que no fue bien recibido. Pero me sigue gustando "Hearts and Bones" y "Think Too Much (b)" tiene algunos ritmos que son el comienzo de mi interés por la música africana. siempre quise poner esa canción en un recopilatorio, pero todo el mundo decia que no podia porque no fue un éxito".
Paul Simon (Rolling Stone, 2013)
Hearts and Bones por José Luis Ortiz
El álbum que Simon -tal vez a su pesar- concibiera como regreso oficial
de Simon & Garfunkel a los estudios de grabación, terminaría
convirtiéndose, tras una larga serie de desavenencias, en el quinto
trabajo en solitario del neoyorquino, destinado -al menos en intención-
a reverdecer viejos laureles, tras la relativa decepción artística
y comercial que supuso One-Trick Pony. Para ello, Simon decide emprender
un nuevo rumbo en su carrera, tanto en el apartado musical -con nuevos
y variados registros- como en las letras, las más personales y
autobiográficas, en su conjunto, que haya escrito el neoyorquino,
incluso si se comparan con las del álbum Still crazy after all
these years, con el que -dejando aparte importantes matices- cabría
emparentar este nuevo trabajo.
Desde el punto de vista estilístico, Hearts and bones se caracteriza
por una decidida profundización en aquella imaginería novedosa
que había surgido en One-Trick Pony. Así, en René
and Georgette Magritte… o, parcialmente, en When numbers get serious,
Simon retoma la historia surrealista que ya había ensayado en That's
why God made the movies; la alusión -contextualizada o no- mediante
la yuxtaposición de imágenes, presente, entre otras, en
canciones como Hearts and bones o Song about the moon, tiene como precedente
el bridge de Long, long day; finalmente, las numerosas imágenes
surrealistas, perfectamente integradas en el ámbito de lo real
y cotidiano (lo que Simon llama "mezcla de lenguaje coloquial y lenguaje
enriquecido"), profundizan en el camino iniciado en el álbum
anterior:
Looking back
through the cracks in the door
("Mirando a través de las grietas de la puerta", Hearts
& bones)
Where do allergies
go when it's after the show
And they want to get something to eat?
("¿En dónde se meten las alergias después de
la actuación/ cuando quieren ponerse a picotear algo?", Allergies)
Numbers swirling
thick and curious:
You can cut them with a knife.
("Los números se agrupan torpes y curiosos:/ se pueden cortar
en rodajas", When numbers get serious)
And gravity
leaps like a knife off the pavement
("Y la gravedad te hace saltar como un cuchillo delante de la acera",
Song about the moon)
Have
you ever experienced a period of grace,
When your brain just takes a seat behind your face
And the world begins The Elephant Dance?
("¿Habéis experimentado alguna vez un período
de gracia/ durante el cual el cerebro se limita a tomar asiento detrás
de la cara/ y el mundo se pone a bailar La Danza del Elefante?",
Think too much (A).
Decades gliding
by like Indians
("Las décadas pasarán arrastrándose como indios",
René and Georgette Magritte...)
What do you
think
They have hidden away
In the cabinet cold of their hearts?
The Penguins,
The Moonglows,
The Orioles
And The Five Satins.
("Qué creéis/ que habían escondido/ en el gélido
armario de sus corazones?
Los Pingüinos, Los Reflejos de la Luna, Las Oropéndolas y
Los Cinco Satenes", René and Georgette Magritte...)
Lirismo
y poder narrativo parecen sabiamente combinados en este álbum,
con momentos tan excelsos como Hearts and bones o René and Georgette
Magritte with her dog after the war. La agudeza irónica, tan característica
de Simon, recupera, en parte, el protagonismo perdido en One-Trick Pony.
No debemos olvidar, sin embargo, que Hearts and bones está escrito
desde una perspectiva seria y reflexiva, desde la cual Simon desarrolla
-sin caer jamás en la impudicia- una auténtica confesión
sentimental, cuyo leit-motiv no es otro que la tortuosa relación
con su -entonces- reciente segunda esposa, la actriz Carrie Fisher. Así,
la mitad del álbum aparece directamente inspirada en los avatares
amorosos de la pareja (Allergies, Hearts and bones, When numbers get serious
y los dos Think too much), mientras que una canción como René
and Georgette Magritte..., en el contexto de este álbum, no debe
entenderse sino como un homenaje indirecto al matrimonio Simon. El pasado
sentimental del autor aparece revivido en historias nostálgicas
como Train in the distance, o en breves alusiones, diseminadas a lo largo
del disco, en temas como Cars are cars o The late great Johnny Ace. En
el caso de Cars are cars, incluso, la distinción tajante entre
la uniformidad de las máquinas y la individualidad de los hombres
y sus emociones debe ser puesta al servicio, sin duda, de una reflexión
más concreta sobre el amor y la pareja, ejemplificada en la agitada
vida sentimental del neoyorquino. Contemplada desde la edad adulta, esta
vida amorosa se caracteriza por el desengaño (fijémonos
en Train in the distance) y la incertidumbre pesimista. En este sentido,
una especie de fatalidad planea sobre varias canciones del álbum,
transmitiéndonos la sensación de un -más o menos-
inminente fracaso. En este sentido, es engañoso el platonismo de
la unidad amorosa contenido en la estrofa final de Hearts and bones:
You take two
bodies and you twirl them into one
Their hearts and their bones
And they won't come undone
("Si se cogen dos cuerpos y se retuercen hasta formar otro nuevo,/
los corazones y los huesos de cada uno/ no quedarán deshechos")
o en los versos finales
de When numbers get serious:
And the numbers all come home,
The four rolls into three,
The three turns into two
And the two becomes a One.
("con los números de vuelta a casa,/ el cuatro se transforma
en un tres,/
el tres se vuelve un dos/ y el dos se convierte en/ uno.")
Por el contrario,
ya desde el principio se advierten serias inquietudes en el plano afectivo:
My heart can stand a disaster,
My heart can take a disgrace,
But my heart is allergic to the woman I love
And it's changing the shape of my face.
("Mi corazón puede soportar un desastre,/ mi corazón
puede asumir una desgracia,/
pero mi corazón es alérgico a la mujer que quiero/ y se
me cambia la cara", Allergies)
Saltando
al pasado, Train in the distance revive el principio y final del matrimonio
de Simon y Peggy Harper. El paso del tiempo ha borrado el dolor de aquel
momento, de tal manera que el autor, como muestra de máximo distanciamiento
con lo narrado, con suma concisión y utilizando la tercera persona,
se limita a levantar acta de unos hechos que -así tratados- parecen
serle ajenos por completo. Pero, al mismo tiempo, el narrador ha sabido
atenuar, muy hábilmente, esta impresión de frialdad y desapasionamiento
mediante sutiles pinceladas de humor, ternura y nostalgia. Una magistral
demostración, en suma, de depuración literaria, economía
narrativa y dominio de los matices expresivos.
El símbolo del tren, recurrente en la historia de la música
popular, es sabiamente utilizado por Simon. Aquí no sólo
simboliza el dinamismo y el ritmo (la música, en definitiva), sino
también -y principalmente- el continuo fluir del tiempo, en su
faceta nostálgica y afectiva.
Hearts and bones es una espléndida canción de viaje que,
conscientemente, se mueve en el terreno de la ambigüedad y la contradicción.
Así, por ejemplo, el uso de la tercera persona narrativa para relatar
un episodio autobiográfico implica, por parte del narrador, una
voluntad de distanciamiento que, sin embargo, queda desmentida por la
aplicación de ciertos rasgos de estilo: comparaciones, metáforas,
adjetivación abundante,... El título mismo de la canción,
como ha demostrado José María Escudero, es un juego de palabras
a partir de la expresión "rags and bones" (en español,
"trapería"), cuyas desagradables connotaciones repercuten
negativamente en el -por otra parte- bastante romántico mensaje
literal (algo así como: "el amor es la unión de corazones
y huesos"). Por poner otro ejemplo: el verso más representativo
del texto, "the arc of a love affair", es una hermosa imagen
ambivalente, que puede indicar tanto la unión o el encuentro amoroso
de los protagonistas como la accidentada trayectoria sentimental de la
pareja, abarcando pasado, presente y futuro; un futuro incierto que Simon
sintetiza así:
Easy time
will determine if these consolations
Will be their reward.
The arc of a love affair
Waiting to be restaured
("El paso del tiempo dirá si este consuelo/ constituirá
su recompensa./
El arco de una relación amorosa/ aguarda su reparación")
Hearts and bones plantea,
asimismo, el problema de la aceptación mutua:
- Why won't you love
for who I am
where I am?
He said: -'cause that's not the way the world is, baby.
This is how I love you, baby.
("-¿Por qué no puedes quererme/ por lo que soy/ en
donde estoy?/ Él le dijo:/
-Porque las cosas no son así, cariño./ Así es como
yo te quiero")
Al mismo problema
alude -aunque más de pasada- la última estrofa de Think
too much (A):
But maybe I Think too much,
And I ought to just hold her,
Stop trying to mold her,
Maybe blindfold her
And take her away.
("Pero quizá pienso demasiado,/ y lo que debería hacer
es abrazarla/
y dejar de intentar moldearla a mi gusto./ Quizá debería
ponerle una venda en los ojos/ y llevármela")
Esta
versión A de Think too much, junto a su complementaria (llamada
B), muestra a un Simon que se define a sí mismo como un sujeto
en exceso cerebral, cuya tendencia a racionalizar absolutamente todo,
incluso sus emociones, le conduce -a menudo- a la inacción. Simon
exagera -no sin ironía- cuando remonta a sus años de infancia
su precoz "culto a la razón", y parece homenajear -en
los versos siguientes- a su admirado Woody Allen:
I had a childhood
that was mercifully brief,
I grew up in a state of disbelief.
I started to think too much
When I was twelve going on thirteen,
Me and girls from St. Augustine,
Up in the mezzanine,
Thinking about God.
("Tuve una infancia misericordiosamente breve./ Crecí en un
estado de incredulidad/
y empecé a pensar demasiado/ cuando estaba entre los doce y los
trece años./
Las chicas del San Agustín y yo/ nos subíamos al entresuelo/
y nos poníamos a pensar en Dios")
Una
ironía amarga y ácida abre la segunda parte de Think too
much, con una referencia críptica ("the smartest people in
the world"), que, como ha señalado José María
Escudero, puede señalar "tanto a los psicoanalistas que frecuentó
Simon estos años, como a la jet set y a la prensa de Los Ángeles,
que tantos titulares le dedicó con motivo de su relación
con la Fisher".
Las letras del álbum abordan, secundariamente, otras facetas autobiográficas;
entre ellas destacan las alusiones al bloqueo creativo del compositor,
presentes en Allergies e, implícitamente, en Song about the moon.
Esta última, situada inmediatamente a continuación de la
"cerebral" Think too much (B), pretende ser el contrapeso temático
de ésta: una canción sobre el amor y el corazón,
de hermosas e inquietantes imágenes, toda vez que el símbolo
nocturno de la luna (uno de los grandes símbolos románticos,
por otra parte) representa el imperio de los sentimientos más oscuros,
violentos y apasionados.
Tratándose de un compositor tan poco nostálgico como Simon
-al menos, en su época de madurez-, desde ese punto de vista, diríamos
que en Hearts and bones Paul Simon derrocha nostalgia: lo hace en Train
in the distance, reviviendo los días de su primer matrimonio y
utilizando el símbolo del tren para expresar el paso del tiempo;
lo hace en René and Georgette Magritte with her dog after the war,
al evocar el espíritu de cierta época pasada, ligándola
a la música favorita de su adolescencia; lo hace, finalmente, en
The late great Johnny Ace, la magistral elegía que cierra el álbum,
repasando algunos momentos determinantes de su vida, que coincide -no
lo olvidemos- con la historia del rock. Para ser más exactos, The
late great Johnny Ace constituye una elegía triple, cuya unidad
está sustentada en el hermanamiento ideológico de tres grandes
"John" coetáneos de Simon y que encarnan el espíritu
de los años 50 y 60: Johnny Ace (símbolo del rock y, por
tanto, de la rebeldía juvenil frente a los valores caducos), John
F. Kennedy (símbolo de la rebeldía política: la juventud
liberal frente al conservadurismo más rancio) y John Lennon, una
especie de síntesis de los anteriores. La muerte de Lennon vendría
a significar, así, no sólo la extinción de una época
henchida de sueños e ideales, sino también -y en consecuencia-
la pérdida definitiva de la juventud y sus valores correspondientes.
Dicho de otro modo: en The late great Johnny Ace, Simon ha conseguido
elaborar la elegía de una época ya extinguida y -en último
término- la elegía de su propia juventud. El pesimismo vital
que subyace tras la huída nostálgica se hace aún
más evidente en esta desoladora elegía, quizá la
más desesperanzada canción jamás escrita por el neoyorquino.
Por tanto, es posible afirmar que existe en Hearts and bones, de modo
mucho más intensificado que en Still crazy after all these years,
una obsesión por el paso del tiempo ("Decades gliding by like
Indians", se dice en René and Georgette Magritte...), bien
desde la contemplación del pasado experimentado en el propio ser,
con todos sus avatares (especialmente los negativos); bien desde un presente
conflictivo, sobre todo en el terreno afectivo, o bien, finalmente, desde
la incertidumbre ante el futuro, cargada -ciertamente- de oscuros presagios.
En suma, un conjunto de ideas que certifican la crisis personal del compositor.
René and Georgette Magritte with her dog after the war reúne
los temas esenciales del álbum. Se trata, en efecto, de un canto
idealizado al amor y a la pareja, enmarcado en un ambiente de exquisita
nostalgia, casi decadente, magníficamente dibujado gracias a una
profunda reflexión y singular dominio de los recursos expresivos.
Con razón puede hablarse, en este sentido (y no en el hecho anecdótico
de haber elegido como protagonista al pintor René Magritte), de
una "canción intelectual". Sin embargo, este análisis
sólo sería parcial si no advirtiéramos que, en esta
canción, Simon alcanza cimas de auténtica sensibilidad,
que servirían para desmentir, de una vez por todas, esa idea un
tanto tópica de un Simon cerebral y frío: el neoyorquino,
en este álbum, juega muy hábilmente con esa idea, sabiendo
admitirla y desmentirla a un tiempo. En el texto de René and Georgette
Magritte no sólo hay abundancia de ideas y hermosas imágenes,
sino también evocación de sensaciones y sentimientos humanos.
Es un texto de singular brillo poético, extraordinario equilibrio
y una fluidez expresiva sin parangón, absolutamente antirretórico
y en el que todos los elementos utilizados provocan sorpresa y novedad,
incluso los más nimios. Así, por ejemplo, los nombres de
los grupos doo-wop incorporados al texto (The Penguins, The Moonglows,
The Orioles, The Five Satins), además de representar, sencillamente
, una muestra de admiración a sus respectivas carreras musicales,
actúan, sobre todo, como imágenes poéticas, perfectamente
integradas en la "lógica" del relato.
En René and Georgette Magritte…, letra y música se
funden con asombrosa naturalidad. La música, tan fluida y depurada
como la letra, combina el ritmo del vals (con ciertas modificaciones)
y los coros doo-wop -recogiendo así el espíritu nostálgico,
romántico y decadente del texto-, tomando como fuente de inspiración
el pasaje -tan poderoso desde el punto de vista visual- de la pareja bailando
a la luz de la luna ("easyly losing their evening clothes,/ they
danced by the light of the moon"). Simon crea, de este modo, un ambiente
de sencilla exquisitez y refinamiento, potenciando las características
expresivas y conceptuales del texto. Los arpegios de guitarra -que son
el hilo conductor de las magníficas dos primeras estrofas- recuerdan,
por otra parte, a los arpegios de piano utilizados en la canción
Ten commandements of love, uno de los grandes éxitos de The Moonglows.
En la estrofa final, el neoyorquino emplea un magistral efecto imitativo
para describir musicalmente la fonética de la palabra "moonglow",
así como su significado (en español, "reflejo de la
luna"). El único punto débil de la canción quizá
resida en el excesivo esquematismo instrumental de esta última
estrofa, pobre en matices y de escaso vigor.
El concepto musical de René and Georgette Magritte no constituye,
ni mucho menos, la nota representativa de este álbum, el más
electrónico de la carrera -hasta entonces- del neoyorquino y cuyos
irregulares resultados tendremos, más adelante, la ocasión
de comentar. En su segundo trabajo para la Warner, Simon recurre a importantísimos
músicos de sesión, provenientes, de nuevo, del mundo del
jazz (con novedades tan sobresalientes como las de Mike Manieri, Al Di
Meola, Anthony Jackson o Marcus Miller) y, en menor medida, a estrellas
de la música disco (en boga por esos años), como Bernard
Edwards o Nile Rodgers, fundadores del grupo Chic.
Hearts and bones es, sin duda, un disco heterogéneo desde el punto
de vista musical, en el que conviven diversos estilos, unificados entre
sí -como es habitual en Simon- por medio de la fusión.
Los resultados más anodinos o decepcionantes del álbum vienen
de la mano de la "disco-music", fundiendo Simon funk y música
techno en canciones como When numbers get serious, Cars are cars o la
primera versión de Think too much.
Think too much (A), la cara opuesta de la sesuda y dramática versión
B, contiene una música ligera y divertida -acorde con el sencillo
mensaje que su letra transmite-, sostenida por un potente bajo y enérgicos
riffs de guitarra, a cargo de Bernard Edwards y Nile Rodgers, respectivamente.
Lo más memorable de la canción pudiera ser una magnífica
broma sonora (un nuevo efecto imitativo) que, mediante un cambio de ritmo,
imita la pesada "Danza del Elefante". Mejores, en general, son
los resultados del cultivo de un suave jazz de fusión, en la línea
de álbumes anteriores. La excelente Train in the distance, por
ejemplo, cuenta con una hermosa melodía, de gran transparencia
y elegancia, y una fantástica coda donde se conjugan, in crescendo,
una rica instrumentación (con la incorporación de instrumentos
de cámara) y unos coros magistrales (la voz de Simon multiplicada),
creando un ambiente grandioso de excepcional belleza. El ritmo de esta
coda -así como el de las transiciones y el del inicio de la pieza-
imita la marcha acompasada de un tren, sirviéndose Simon de un
modelo bastante frecuente en la tradición de la música popular
(en A poem on the underground wall, el mismo Simon había recreado
rítmicamente la marcha de un tren subterráneo), lo cual
no resta personalidad a su labor compositiva.
Por su parte, la segunda versión de Think too much es una pieza
de suave "latin jazz", nuevo ejemplo de economía expresiva
y adecuación al espíritu de la letra. Su música transmite,
en efecto, dramatismo y urgencia, acentuando esa especie de pesadilla
de la razón a la que alude el insistente estribillo y que reproduce,
muy acertadamente, el obsesivo martilleo de la marimba a lo largo de toda
la canción.
Más que decepcionante es Allergies, una pieza de jazz-rock muy
comercial, con un estribillo pop absolutamente anodino. Los extraordinarios
solos de guitarra de Al Di Meola constituyen, con diferencia, lo mejor
de la grabación.
Completan el álbum las canciones Song about the moon, Hearts and
bones y The late great Johnny Ace.
Song about the moon, inspirada musicalmente en Bringing it on home to
me, de Sam Cooke, es un himno gospel con una bella melodía y un
tempo medio de marcha, idea posiblemente sugerida por el poético
paseo que proponen los versos iniciales de la canción:
If you want
to write a song about the moon,
Walk along the craters of the afternoon,
("Si quieres escribir una canción sobre la luna,/ date una
vuelta por sus cráteres al atardecer ...")
Por
su parte, Hearts and bones, una de las obras maestras del neoyorquino,
se inserta -como su heredera Graceland, Homeward bound, America o Trailways
bus- en la tradición de las canciones de amor y viaje, en la que
Simon ha producido un conjunto de excepcionales piezas, sin igual en la
historia de la moderna música popular.
En Hearts and bones, Simon integra, con absoluta maestría, el folk
y la bossa-nova. La canción reposa, básicamente, en las
percusiones, como ya ocurriera -por ejemplo- en St. Judy's comet o Me
and Julio down by the schoolyard, anticipando, en este sentido, el concepto
rítmico de The rythm of the saints. No obstante, el peso de la
pieza corre a cargo de dos guitarras acústicas, cuyos complejos
acordes son ejecutados, con brillantez y maestría, por Simon y
Dean Parks. La canción constituye, además, un nuevo ejemplo
de depuración y economía de medios expresivos, hasta el
punto de que su importante riqueza instrumental queda sutilmente disimulada.
La canción, desarrollada con abundantes modulaciones y cambios
de ritmo, concluye con gran energía y decisión, creando
el modelo exacto que servirá para cerrar Graceland unos años
después.
The late great Johnny Ace constituye una nueva demostración de
madurez artística. En esta tenebrosa elegía se conjugan
o alternan distintas formas musicales, como el folk, el jazz, el rythm
and blues y la música electrónica. Dejando aparte la coda
-escrita por Philip Glass-, la estructura musical de la pieza, al igual
que la literaria, es tripartita, elaborando Simon un recorrido histórico-musical,
paralelo a las experiencias autobiográficas del narrador ("grosso
modo", el mismo Simon).
La primera parte, situada en la adolescencia del narrador y enfocada exclusivamente
desde la muerte en 1954 del cantante Johnny Ace, es -desde el punto de
vista musical- melancólica y sencilla, a semejanza con el rostro
del difunto ("with a sad and simple face") e interpretada con
la ayuda de la guitarra acústica y un casi imperceptible teclado
(el Fender Rhodes de Greg Phillinganes). La segunda parte, correspondiente
a la primera juventud del narrador, es -a ritmo de R&B, salpicado
de elementos jazzísticos- alegre, despreocupada e, incluso, efervescente,
relegándose el tema de la muerte -como corresponde a la edad del
protagonista- a una mera referencia secundaria. Las disonancias de un
sintetizador de fondo atraviesan, no obstante, las dos primeras partes
de la pieza, introduciendo esas pinceladas turbulentas y dramáticas
que tiñen de fatalidad incluso el ambiente más festivo.
En la tercera parte, correspondiente al presente del narrador ya adulto
y centrada únicamente en la trágica muerte de Lennon, los
oscuros presagios se cumplen: el sintetizador -ahora en primer plano-
transporta a la pieza a la cima del desconsuelo y la desesperanza, que
luego se prolonga en la coda.
© José
Luis Ortiz
Página Principal
|