Publicado en Mayo de 1973.
Referencia: CBD 69035.
Producido por Paul Simon.
Co-Productores:
Phil Ramone (Temas 4, 7, 8 y 10)
The Muscle Shoals Sound Rhythm Section
(Temas 1, 3, 5, 7 y 10)
Paul Samwell-Smith (Tema 6)
Roy Halee (Tema 2)
Diseño de portada: Milton Glaser.
"Puede que sea mi disco favorito de los años setenta. Es alegre. Hicimos un montón de el en los Muscle Shoals, y fui capaz de hacer un Gospel 'Loves Me Like a Rock.' De todos los éxitos que he tenido, "Kodachrome" es la canción pop más típica, es muy pop. Tuvimos que pedir permiso a Kodak para utilizar el nombre, así que tuvimos que poner un signo de derechos de autor en el álbum. Fue muy divertido".
Paul Simon (Rolling Stone, 2013)
There Goes Rhymin' Simon por José
Luis Ortiz
En
su segunda entrega como solista, en plena euforia creativa, Paul Simon
nos ofrece un disco vitalista y sincero, ambicioso y profundo, quizá
el de mayor calidad de su etapa pre-Graceland, en el cual su gran personalidad
como compositor se abre paso entre una variada gama de estilos, imprimiendo
en todos ellos su huella característica. Una vez más, Simon
decide recorrer sus propios caminos musicales, alejado tanto de efímeras
modas como de los típicos esquemas mecanizados.
Una innegable vena lírica caracteriza las letras de este disco,
si bien desde unos presupuestos voluntariamente antirretóricos,
que permiten a Simon combinar, con sumo equilibrio, los niveles coloquial
y culto, y ofrecer un puñado de bellas imágenes, algunas
de gran impacto visual. Dan fe de ello, magníficos textos como
los de Something so right, American tune o Take me to the Mardi Gras.
Este renovado lirismo, que constituye la nota esencial del álbum
desde el punto de vista de la escritura, se lleva a cabo sin perjuicio
de las formas narrativas, en cuyo terreno Simon produce excepcionales
piezas, tan sencillas y depuradas como ricas en capacidad significativa
(Loves me like a rock, Kodachrome). Su extraordinario dominio de la elusión
contribuye, no poco, a la obtención de estos espléndidos
frutos.
El uso de la primera persona presenta, a menudo, ambigüedades casi
irresolubles. Así, el escéptico y desencantado yo de American
tune parece representar, más que al propio Simon, a un ciudadano
medio norteamericano, portavoz de una generación cuyas esperanzas
en el porvenir de América han huido y se han frustrado sus anhelos
de felicidad.
Menor o ningún grado de ambigüedad presentan otras canciones
del álbum, como Loves me like a rock, Kodachrome o One man's ceiling
is another man's floor.
Parece fuera de toda duda que el narrador-protagonista de One man's ceiling...
tenga algo que ver con Simon; a lo más, Simon le adopta como personaje
para incidir en determinada conducta social, con el fin de reprobarla.
Lo mismo puede decirse de Loves me like a rock, espléndida autobiografía
ficticia de trazos caricaturescos y paródicos. Por su parte, en
Kodachrome llegan a distinguirse con nitidez el yo real y el ficticio:
el Simon narrador de sus recuerdos de infancia y adolescencia no coincide,
en absoluto, con ese yo compulsivo e inmaduro que ruega insistentemente
a su mamá que no le deje sin su cámara de fotos.
No tan incisiva como en anteriores trabajos, una fina ironía recorre
la mayor parte de los textos. Nada comparable, sin duda, con el corrosivo
humor que desprende Loves me like a rock, cuya trabada letra tendremos
la oportunidad de analizar más adelante. En cualquier caso, reconocemos
en There goes rhymin' Simon a un Simon más relajado, menos crispado
que nunca, sólo comparable al que, trece años más
tarde, volvería a aparecer en Graceland.
A pesar de ciertos momentos de optimismo y auténtica ternura (Take
me to the Mardi Gras, St. Judy's comet, Was a sunny day), advertimos ese
pesimismo esencial, característico de toda la obra del neoyorquino,
acerca del individuo, las relaciones interpersonales y la ubicación
del ciudadano en el complejo entramado social. Pensemos, por ejemplo,
en canciones como Something so right o Tenderness.
Something so right es una bella y sincera declaración de amor,
modalidad en la que Simon se ha mostrado poco prolífico a lo largo
de su carrera, y cuyo lejano precedente hay que buscarlo, nada menos,
en la juvenil Kathy's song. El título mismo de la canción
evoca, sin ninguna ironía, el momento feliz, pleno, culminante
de una relación amorosa. Sin embargo, advertimos que esta relación
no siempre había sido fácil, en parte debido a una incomunicación
profunda de la pareja. En el estribillo, precisamente, y no sin ironía,
se concentran el anverso y el reverso de esta historia cotidiana de amor:
When something
goes wrong,
I'm the first to admnit it,
But the last one to know.
When something goes right,
It's likely to lose me,
It's apt to confuse me:
It's such an unusual sight.
I can't get used to something so right.
("Cuando
algo va mal,/soy el primero en admitirlo,/pero el último en saberlo./
Cuando algo va bien/es fácil que me pierda,/es probable que me
confunda:/
es algo tan poco usual./No puedo acostumbrarme a algo tan perfecto.")
La fantástica imagen de la Gran Muralla acentúa y refuerza la idea latente, sombría de la incomunicación, poniendo de relieve un detalle esencial para la comprensión exacta del problema: ese obstáculo, que bloquea el delicado proceso de la convivencia, no obedece, en este caso, a razones accidentales, sino que procede, más bien, de las capas más profundas de la personalidad del protagonista:
I've got a
wall around me
That you can't even see.
("Yo tengo
un muro alrededor/que ni siquiera puedes ver.")
Parecido contraste de ideas presenta Tenderness, cuya letra plantea la irrenunciable necesidad del protagonista de conjugar sinceridad y ternura en el terreno de las relaciones de pareja. La canción, agridulce y directa, entronca con la escéptica interrogación que cierra Congratulations y, por consiguienter, el anterior álbum del neoyorquino:
Can a man and a woman
live together in peace?
("¿Pueden
un hombre y una mujer/vivir juntos en paz?")
Peace like a river suele considerarse el antecedente inmediato de American tune,
al menos en cuanto al pesimismo y desencanto que ambas destilan. American
tune es un descorazonador interrogante, salpicado de amargas ironías
("...but I'm all right,/I'm just weary to my bones."), sobre
el futuro de los Estados Unidos, su modelo de sociedad y el ciudadano
e individuo norteamericanos. Tan ambicioso mensaje ha dado lugar a una
obra maestra absoluta, representativa como pocas del cambio ideológico
de los años 70 desde una perspectiva muy concreta: la del desengaño
y quiebra de los ideales que habían caracterizado a los 60. Tal
actitud, que compòrta necesariamente una incertidumbre radical
ante el futuro, vino precedida de la reelección como Presidente
de Richard Nixon, quien para Simon representaba, en aquellos momentos,
la antítesis del liberalismo, encarnado en figuras como John F.
kennedy o Martin Luther King.
La imaginería utilizada por Simon (el sueño de la ascensión
del alma, la Estatua de la Libertad surcando los mares) es plenamente
romántica y corresponde al fenecido mundo de los ideales. Frente
a él se alza el devastador presente, una de cuyas manifestaciones
extremas es el culto desmedido al trabajo:
Still tomorrow's
going to be another working day
And I'm trying to get some rest.
("Después
de todo, mañana es otro día de trabajo/y sólo estoy
intentando descansar un poco")
El
mensaje moralizador de Simon, en cierto modo presente en American tune,
se acentúa en piezas como Learn how to fall. El uso de la segunda
persona (un tú colectivo), a quien se dirigen una serie de consejos
basados en la cruda experiencia de la vida, enlaza directamente con otra
canción de características semejantes, Everything puts together
falls apart, si bien aquélla denota un evidente pesimismo en las
relaciones sociales del que esta última carece.
Por su parte, One man's ceiling is another man's floor relata, con lenguaje
un tanto críptico, una extraña e inquietante historia que
ejemplifica el proceso creciente de violencia en el seno de las sociedades
urbanas, y las actitudes cobardes, desentendidas o aparentemente distanciadas
que genera en los individuos. En el momento, tan enigmático como
escalofriante, en que alguien llama por su nombre al protagonista, la
narración queda suspendida. De ese modo, la vida parece cobrarse
en él, un hombre pusilánime hasta la vileza, una siniestra
venganza.
El innegable parentesco entre One man's ceiling... y Paranoia blues reside
no sólo en el peculiar enfoque del problema de la violencia urbana,
sino también en los rasgos paranoicos de sus protagonistas.
Otras veces, el más abierto pesimismo acude a refugiarse en el
tratamiento irónico o humorístico de los temas, como ocurre
en la excelente Loves me like a rock. Simon realiza un magistral trabajo
(deudor, en parte del realizado por Lennon en I'm the greatest), alcanzando
una sorprendente riqueza de significados por medio de la máxima
concentración expresiva. La aprente espontaneidad que transmite
su letra no es sino el fruto de una labor profunda, consciente, calculada
hasta el detalle. Es el propio protagonista quien selecciona, con esmero,
diferentes etapas de su vida, con el fin de elaborar un panegírico
de sí mismo, desde su nada inocente niñez hasta su endiosada
edad adulta. Sin embargo, el subconsciente acaba por traicionarle y, henchido
de vanidad, se nos mostrará exactamente tal cual es: un personaje
ridículo y despreciable, inmmaduro desde el punto de vista afectivo,
ya que se encuentra estancado en un temprano complejo de Edipo, como se
encarga de recordarnos, una y otra vez, el revelador estribillo. A falta
de nombre y apellido, sería el propio Simon quien confirmara la
identidad oculta del personaje caricaturizado: como casi todos sospechaban,
no otro que Richard Nixon.
Deberíamos prestar la suficiente atención al uso magistral
de la figura del diablo, singular personaje que, cíclicamente,
decide visitar al protagonista y que, por sistema, recibe de éste
la misma contestación:
Now who do
you think you're fooling?
("Dime,
¿a quién crees que estás engañando?") Se trata de un curioso
guiño intertextual (cuyas connotaciones y alcance sólo podría
aclararnos el mismo Simon), aprovechando una de las interrogaciones recurrentes
del estribillo de Run that body down:
Who now, who
you fooling?
("Dime, ¿a quién crees que estás engañando?")
Pero,
además, a través de su despreciativa respuesta al diablo,
el protagonista revela inconscientemente su verdadera personalidad. Al
despreciarlo, sitúa al mismísimo demonio en la humillante
posición de un ser inofensivo y ridículo, mientras que él,
a la inversa, actúa como un despótico, soberbio y vanidoso
superior jerárquico con su inferior. En última instancia,
pues, Nixon queda retratado como "protodiablo", con las obvias
implicaciones morales que tal idea conlleva.
Queda por señalar el interesante y quizá malicioso paralelismo
entre el diablo y el Congreso de los Estados Unidos. En la tercera estrofa
de la canción, este Congreso, como si fuera el mismo demonio, aborda
al protagonista, recibiendo de él idéntica respuesta, llena
de soberbia y desdén. Con ello se pone de manifiesto el absoluto
desprecio a la dcemocracia que, según Simon, demostraba Richard
Nixon.
También la excelente Kodachrome ejemplifica el afortunado recurso
a la ironía, de la que hace gala Simon en momentos puntuales del
disco. Bajo una aparente y cándida inclinación hacia la
nostalgia, se oculta, en realidad, todo lo contrario: una crítica,
amable y aguda a un tiempo, de esa tendencia hacia la evasión o
el falseamiento de la realidad en que se convierten, a menudo, los raptos
de nostalgia. Los símbolos de la cámara, la película
Kodak y las hermosas fotos que con ellas se obtienen delatan esa actitud
evasiva y mixtificadora que caracteriza al narrador- protagonista. Desde
esta óptica concreta, conviene interpretar los cruciales versos
que abren el estribillo:
Kodachrome,
They give us those nice bright colors,
They give us the greens of summers,
Makes you think all the world's a sunny day.
("Kodachrome/nos
da esos bonitos colores brillantes,/nos da los verdes del verano, /
nos hace creer que el mundo es un día soleado").
© José Luis Ortiz